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Succession, temporada final:
jaque mate a los Roy
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Publicado: 06 de Junio 2023
Tiempo de lectura: 3.5 minutos
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Cuando una serie de estas proporciones termina, el vacío se torna insoportable. Cuesta abandonarlas, dejar de pensarlas, y aceptar que se terminó de una vez y para siempre. Succession, junto con Better Call Saul, son las dos mejores series que dieron la televisión en el último lustro (según nuestra humilde opinión). Y sin ir más lejos, dos de las últimas grandes series creadas y llevadas adelante al ritmo de la vieja escuela. Series como Los Soprano, The Wire, Mad Men, One Piece y Breaking Bad. Las grandes entre las grandes.
Sin embargo, todo tiene un fin. Y si llega en buena forma, sin estirar lo que no se debería estirar, todavía mejor. Con un cierre perfecto, un sucesor a la altura del show, y una familia disfuncional y partida a la mitad, la serie Succession se despidió a lo grande de la pantalla de HBO, dejando una huella indeleble en la memoria de los millones de espectadores.
Por eso, y ya terminada la serie, no podemos despedirla sin un análisis de lo que fue su última temporada. Porque Succession merece que la desmenuzamos como corresponde. Somos orgullosos fanáticos, y de hecho, la veremos de nuevo de principio a fin, aprovechando que se encuentra en VTR+. ¡Nos costará olvidar a los Roy!
Misterio develado
Desde el piloto, y naturalmente desde su nombre, Succession era una serie donde se sabía que la familia Roy necesitaba un sucesor. El viejo patriarca, Logan Roy (Brian Cox) está cerca del retiro y, por qué no, de la muerte. Desde el inicio se vislumbran ciertos problemas de salud. Jesse Armstrong, el creador de la serie,, de entrada coquetea con esta idea de que a Logan no le queda mucho tiempo de vida.
El final lo pone en el centro del candelero a Tom Wambsgans (Matthew Macfadyen), el esposo de Shiv (Sarah Snook), única hija de Logan y posible candidata al trono. Pero no fue. Shiv traicionó a sus hermanos en una jugada maquiavélica que la posicionaba como la CEO de Waystar RoyCo, pero finalmente trastabilló y no pudo concretar su tan ansiado sueño.
Tom se movió con una elegancia dantesca. Primero traicionando a su esposa, poniéndose al lado de su suegro y priorizando ese lazo y su futuro. Pero el viejo lobo murió, y Tom quedó a la deriva. Promediando la mitad de la última temporada, Karl le dice delante de todos que ya nadie lo puede respaldar. Moribundo y perdido, Tom se calla. Pero las cosas van a salir a su favor. Hay un nuevo Rey en el pueblo.
Kendall, el sucesor que no fue
Ay, Kendall, querido. El intento de hijo pródigo de Logan Roy siempre fue un personaje clave. Desde el inicio se posicionó como el sucesor, pero sus problemas de drogas, la inseguridad y otros vericuetos lo imposibilitaron ante los ojos del titán. Con la partida de Logan, Kendall tomó la punta de lanza junto a su hermano Roman (Kieran Culkin), y Shiv desde las sombras. Una suerte de triunvirato que duró poco y nada.
Lo cierto es que los tres hermanos querían el puesto para cada uno de ellos. Y cualquiera de los tres estaba dispuesto a cortarle la cabeza al de al lado. Un papel en una caja fuerte casi cambia el rumbo de los eventos, con el famoso debate entre si el nombre de Kendall estaba tachado o subrayado. Logan haciendo de las suyas desde el más allá.
En cierta medida, que Kendall sea el CEO de la empresa que fundó su padre hubiese sido un final feliz. Pero Succession, antes de todo, es una tragedia. Con retazos cómicos, drama y cuestiones socio-políticas. Pero una tragedia, finalmente. En ese sentido, el showrunner habló en la semana con distintos medios internacionales asegurando lo asustado que estaba de la reacción de Jeremy Strong en la toma final en la que espontáneamente emuló que iba a saltar por la baranda y suicidarse. Esto no estaba en el libreto, y Jeremy lo intentó aunque finalmente no quedó en el recorte final.
Los hermanos sean unidos, incluso en la adversidad
Para Roman y Shiv también el final fue desesperanzador. Roman tuvo unos últimos episodios desafortunados, donde se quedó mudo en el funeral de Logan y no pudo dar su discurso triunfal (en presencia del Mencken, el mismísimo presidente de los Estados Unidos de América).
De los tres, a Roman fue al que más grande le quedó la silla de CEO de Waystar. El jovencito no estaba hecho del material que se necesita para estos casos. La presión fue tan grande que se escabulló por lo bajo, volviendo al nido materno a buscar consuelo.
Por su parte, Shiv estaba más que dispuesta y más que preparada. Pero voló muy cerca del sol, y se quemó. Su alianza con Matsson (Alexander Skarsgard) pudo haber desencadenado en algo positivo para Shiv, pero su embarazo, sumado a la falta de proyección de una líder femenina en un mundo patriarcal, terminó por decantar en nada más y nada menos que su esposo Tom como el elegido.
Así, entonces, el final de Shiv es uno de los más agridulces. Porque Roman se alejó y entendió que no servía para ese mundo, entonces tiene un final. Y puede volver a comenzar. Pero Kendall era lo único que quería y anhelaba. Y su vida entró en un impasse del que difícilmente salga airoso. Shiv, a pesar de no conseguir el puesto, es la esposa del CEO de la empresa que fundó su padre. Y para bien o para mal, tendrá más opciones en la toma de decisiones -y manipulaciones- que sus dos hermanos.
Ya sabemos en dónde se encuentra cada pieza del tablero, y no podría haber encajado más a la perfección. La muerte de un imperio da el nacimiento de otro, uno nuevo, con el linaje de la sangre real manchado de ADN noruego. Matsson triunfó sobre Kendall, Roman y compañía, y puso en la silla a Tom, a quien le aseguró que no iba a ser su socio, sino la cara visible de esta nueva corporación.