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The Regime 1x04:
cómo fabricar a una dictadora femenina
Escrito por: Clack!
Publicado: 27 de Marzo 2024
Tiempo de lectura: 4 minutos
Fotografía:
Como cada semana, te traemos la reseña de The Regime. Este cuarto capítulo nos mostró a una Elena Vernham menopáusica y cada vez más mañosa, con una crisis económica y social del porte de un buque. Mientras el cabo Zubak sigue detenido y al borde de la locura.
Protagonizada por Kate Winslet, esta serie se emite cada domingo en Max, streaming al que puedes acceder gratuitamente activando tus credenciales virtuales de VTR.
¿Aún no has leído nuestras reseñas? Acá te dejamos nuestros posts sobre los capítulos 1×01, 2×01 y 3×01, ¡y recuerda contarnos qué te parece la serie en Instagram!
Vamos a la carga con este capítulo. ¡Ojo con los spoilers! No digas que no te lo advertimos.
El descenso a la locura
El capítulo empieza 4 meses después de la invasión militar de la canciller Elena Vernham y la detención de Herbert Zubak (Matthias Schoenaerts). A pesar de eso, Elena todavía aplica consejos de él, como dejar de compartir cama con su marido.
Ahora la hipocondría no son los hongos ni tiene que ver con papas: es un bochorno extremo. El tema es que si ella está acalorada, todos los demás deben estarlo, por lo que nadie tiene permitido andar muy arropado frente a Elena.
En cuanto a lo político, está el despelote. Estados Unidos la castiga por la ocupación de Faban y la economía va en picada. El acuerdo comercial con China está dejando sin pega a los trabajadores, lo que está provocando violentas revueltas.
En ese contexto, resalta un episodio en una protesta, en que un caballo de la policía se asustó y le dio una patada a una mujer embarazada. El resultado es fatal.
Esto irrita mucho a Elena, que no está ni ahí con las recomendaciones de su equipo, y frente a las cámaras hace un show casi patológico. La crisis de Relaciones Públicas es desastrosa, porque lo mejor que se les ocurre es decir que fue víctima de un “ataque” de la CIA.
Conspiraciones a la orden del día
En paralelo, están pasando muchas cosas que ella parece no enterarse. Herbert es contactado por un campesino misterioso, y es obligado a tomar once con él, porque quiere invitarlo al golpe de Estado contra Elena. El campesino es nada más ni nada menos que Hugh Grant (sí, al fin apareció), en el papel de Edward Keplinger, quien fue canciller y destituido violentamente por Vernham.
Pero eso no es todo. Agnes, la administradora de palacio, va tomando más protagonismo. Primero, sabemos que Oskar, presentado como hijo de Elena y Nicholas, en realidad es su hijo y ella está mil veces más preocupada de su bienestar.
Ahora le empiezan a llegar mensajes misteriosos de gringos que quieren darle asilo a ella y Oskar, a cambio de información para hacer una “intervención”. Ella responde que es leal a su canciller, pero se nota que su instinto de madre leona está siendo tentado.
Todos pierden, menos Elena
Quizás es por los enormes saltos temporales entre capítulos, pero a estas alturas se siente una desconexión entre los hechos. Además, salen temas que podrían ser relevantes, pero al episodio siguiente algunos no vuelven a aparecer.
Es un formato visto en series como Black Mirror (2011), Derry Girls (2018) o The Office (2005), que funciona. Pareciera que The Regime intenta esta táctica, pero por lo complejo de su argumento político, el espectador siente constantemente que se perdió de algo.
Ahí entra el final de Keplinger, que es ahorcado por Zubak. Esto cuando le dice que planea ejecutar a Elena. Duró menos que un candy, lo que es decepcionante porque anunciaron su aparición con bombos y platillos.
En la última patita del capítulo, Elena es llevada casi a rastras por Nicholas a una fábrica de azúcar para conversar con los trabajadores. En eso, ella reconoce que podría estar empezando su menopausia porque, dato curioso, tiene formación como médico y sabe identificarlo. Esto se siente como el nuevo “Está enojada porque le llegó la regla”, porque su bochorno pareciera ser la excusa de muchas tonterías que hace.
Todo el show mediático termina cuando agentes militares allanan la fábrica y detienen al jefe sindical. Encuentran armas y dólares gringos, así que la ñora exige solo tecnología china en su palacio. Antes de esto, dice que sabe de conspiraciones contra ella, y uno se pasa la película con que pillará a Agnes o a Edward. Pero solo es un tongo para manipular las protestas.
Sorpresivamente, Herbert es liberado luego de matar a Keplinger y es llevado al salón donde está Elena, Nicholas, Agnes y miembros de gabinete. Los protagonistas no se aguantan las ganas y empiezan a atracar ahí mismo, a vista y paciencia del marido, que lo sacan antes de que empiecen a darse como caja.
Esta tensión sexual parece sacada de un fanfic de Wattpad que quedó a medias hace 10 años. Solo quedan dos capítulos, es difícil especular lo que va a pasar, y lamentablemente eso no es un cumplido.
¿Agnes traicionará a la canciller? ¿Elena y Nicholas se van a divorciar? Ojalá que sí, porque lo tiene para el leseo hace rato. Pero lo que si es claro, es que Elena siempre gana.