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El oscuro documental sobre
Barney, el dinosaurio
Escrito por: Clack!
Publicado: 24 de Enero 2024
Tiempo de lectura: 5.0 minutos
Fotografía:
“En 1988, Sheryl Leach creó a un monstruo”. Para muchos, Barney, el dinosaurio significó un amigo y hermano mayor al que admirar. Para otros tantos, sin embargo, fue el blanco perfecto para desquitarse y dejar salir la rabia. El polémico documental I love you, you hate me (2022), nos cuenta el lado B del dinosaurio más famoso de la década de los noventa.
Lo último que esperas es encontrarte con que Barney y sus amigos (1992-2010) sufrieran tanto. En la producción de Peacock, compuesta por dos episodios de 58 minutos cada uno, observamos tiroteos, hachazos y batazos contra distintos juguetes de merchandising de Barney.
¡En Clack! nos sentamos y nos dimos una maratón con esta tremenda docuserie! Por lo mismo, te traemos los detalles más jugosos e impactantes de la vida de las personas que dieron vida al mundo mágico de Barney.
El documental se estrena este miércoles 24 de enero en VTR+. ¡Conoce los secretos del dinosaurio más famoso de la década de 1990 y los 2000 sin costo, presionando el botón VOD de tu control remoto!
Un inicio marcado por el ingenio de una madre
La historia de Barney parte con una tierna premisa. Sheryl Leach, su creadora, quiere darle un compañero a su hijo pequeño, Patrick Leach. Por eso, en 1988, Sheryl se propuso hacer una serie de videos caseros en un pequeño estudio de grabación de sus amigos. Esta se llamaría Barney and the Backyard Gang y sería la antesala de Barney & Friends.
En el transcurso de la primera parte del documental, vemos en Sheryl la imagen de lo que significa sacar ese instinto de madre leona. La mujer fue ingeniosa y encontró material y presupuesto de donde no lo había. Para distribuir las cintas de VHS (¡se nos cayó el carné, niña!), estableció contacto con distintas madres. Ellas se encargaron de mostrarle el programa a sus niños.
Luego, el boca a boca hizo lo suyo. “La amiga de una amiga me lo recomendó” fue una técnica infalible para promocionar la serie. Hasta que llegó a las manos de un ejecutivo de la cadena televisiva PBS, quien notó que su hija adoraba al dinosaurio. Tanto, que hizo lo que estuvo en sus manos para convertirlo en un exitazo televisivo.
¿Cómo te queda el ojo? Ahí empezó todo. En ese momento, los personajes de Barney y sus amigos quedaron tal cual los conocimos en nuestra infancia. Baby Bop, B.J. y Riff fueron compañeros de juego en muchas tardes aburridas donde nuestra única preocupación era distraernos.
No todo lo que brilla es… púrpura
Hacia el final de la primera parte del documental, empezamos a adentrarnos poco a poco en la oscura realidad de la serie. La canción de Barney, “te quiero yo y tú a mí”, adquiere un giro dramático. El título de la producción empieza a tener sentido. ¿En qué momento pasamos a ver una peli de David Lynch?
La producción hace un excelente trabajo en recordarnos el contexto de esta época. El auge de las primeras redes y el internet, la televisación de peleas (como el icónico show de Jerry Springer), entre otros. Estos ingredientes son la combinación perfecta para el cóctel que le explotó en la cara al pobre tiranosaurio rex púrpura.
Barney era amado y odiado por los padres en partes iguales. Uno de ellos, Rob Curran, llegó al punto de crear el boletín de la sociedad secreta de haters de Barney. Sí, así tal cual. Este boletín compartía cientos de mensajes anónimos llenos de odio contra el personaje y sus valores.
Las críticas subían y bajaban de tono. Iban desde el contenido vacío de la serie hasta comentarios en los que decían que Barney era como el crack para los niños. ¡Plop! No podemos ni imaginarnos lo que debió ser trabajar en el equipo de actores y de productores del programa al enfrentarse a estos dichos.
Llegando a la segunda parte, la cosa se pone aún más turbia. ¡Ay, diosito! ¿Puede ser peor? Sí, puede ser peor. Bob West, el actor que le dio su voz a Barney entre 1988 y el 2000, nos cuenta que niños de secundaria le enviaban correos electrónicos.
Hasta ahí, todo normal. Sin embargo, no había un punto medio en el contenido de las misivas. Algunos eran adorables, pero otros cuantos describían, con lujo de detalles, cómo se imaginaban atacando (por decir lo menos) al artista.
“Luego, decían que me encontrarían y me matarían […]. La sola idea de que los niños le escribían a un desconocido y lo amenazan, te hace pensar en cuál es su motivación para hacerlo”, confesó.
Por si fuera poco, también conoceremos al último líder del “Jihad para destruir a Barney”. El polémico movimiento sí existió. Fue creado por un grupo de universitarios que consideraban al dinosaurio como “extraordinariamente molesto”. El grupo consistía en una sesión colaborativa de juego de roles en el que eran soldados especiales, con una misión muy específica.
Destruir a Barney.
Una familia y un sueño despedazados
Como suele pasar en el mundo del espectáculo y la televisión, tarde o temprano la fama pasa la cuenta. Barney y sus amigos triunfó como la serie infantil más vista de la década de 1990. Sin embargo, esto terminó rompiendo el matrimonio de Sheryl Leach con su esposo, Jim.
Después de tantas bromas y odio hacia el personaje, la creadora decidió dar un paso al costado. “Había pasado tanto tiempo y energía construyendo este personaje, y creo que estaba empezando a afectarla”, comenta Andrew Olsen, fundador de Barney History Fans.
Amigos cercanos de la familia, comparten que el éxito del programa llevó a que la dinámica de su entorno íntimo cambiara drásticamente. Para bien o para mal. Patrick, su hijo, incluso había sido diagnosticado con un tumor cerebral benigno que requería cirugía. Esto terminó de desligar a Leach de su rol a la cabeza de la producción.
Tras anunciar su divorcio en el 2001, Jim Leach se quitó la vida. Como si no hubiese sido suficiente, doce años después, Patrick Leach, su hijo ahora de 27 años, es acusado de dispararle a su vecino en Malibú.
La policía persiguió a Leach en su vehículo y finalmente fue arrestado. Luego, en 2015, fue sentenciado a 15 años de prisión. Sin embargo, tras cumplir solo cinco años de su condena, fue liberado y su sentencia fue conmutada.
Al terminar la docuserie, nos quedamos con una sensación agridulce. ¿Cómo es que la gente ama el odio? Es hasta perturbador el cómo la realidad de 1990 no está tan alejada de la que se vive en el internet del 2024. Pero como siempre, ¿quiénes somos nosotros para criticar?
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